Aquarium, el contra-bandista 20 de enero.

No sé por qué motivo hace tanto que no voy al ZOO. Quizás sea porque los animales encerrados me ponen triste o porque sin Copito de nieve el zoo de barcelona no me resulta tan atractivo. Hace poco fui al Aquarium de Port Vell, me quedé horas contemplando los peces, los pececillos y, como no, los tiburones, tan pacificos e indiferentes, como sus pequeños vecinos. Entonces, de repente, algo quebró la serenidad del momento y la lenta y suave coreografía acuática se convirtió en una turbamulta multicolor. Los causantes fueron los cuidadores del aquarium que lanzaron a la piscina varios cubos de comida para peces; éstos se golpeaban, se mordían, se empujaban en medio de tanta confusión. Menos mal, pensé, que los habitantes del aquarium son más inofensivos que los protagonistas de Buscando a nemo.
Hoy, me he enterado, que los bomberos españoles regresan de Haití ante la práctica imposibilidad de encontrar a nadie con vida. Además, como ya apuntamos el lunes, el ejército estadounidense ha tomado el país decidido a reconstruirlo, como siempre, por la fuerza; pero, lo cierto es, que lo que me ha hecho recordar el zoo y el aquarium de nuestra capital es la noticia que comenta como el mismo ejército estadounidense está lanzando con paracaídas raciones alimenticias y de agua a la población haitiana. Si el hambre y su impulso animal ante los alimentos pueden provocar el caos en la pacífica población de una piscina; ¿qué van a provocar en un país donde la desesperación y la violencia se han extendido como una epidemia? Sea lo que sea no será bueno y estoy convencido de que nadie hará nada para evitarlo. Ya lo dice el refranero: no hay nada peor que tirar la piedra y esconder la mano.