Después de pasarme el fin de semana fotografiando a rubinenses disfrazados me pregunté ¿qué pasaría si nuestros dirigentes vivieran el carnaval...?
Me imagino que lo difícil sería elegir disfraz y por eso, aunque no me escuchen, desde aquí les quiero echar una mano.
A Zapatero me lo imagino vestido de Spiderman, porque tal y como va el país es como para subirse por las paredes; a Rajoy le sentaría muy bien un traje de conejo, más que nada porque se ahorraría la dentadura postiza; y a Gaspar Llamazares lo veo de hombre invisible, con lo que no tendría que disfrazarse, simplemente ser él mismo.
En Catalunya si yo fuera Montilla y más que nada por joder, me disfrazaría de Sergi Más, el actor que le imita en Crackovia, no necesitaría máscara, aunque tendría que entrenar un poquito su sentido del humor; a Arthur Más lo veo de príncipe encantador, el malo-maloso, aunque guapetón, de la película Shreck, más que nada porque haga lo que haga, en política parece un segundón; a Saura le sentaría muy bien un traje de árbol, o de okupa, o de mosso, o de político honrado; aunque el premio se lo daría al nuevo duo pimpinela, Carod Rovira y Puigcercós, que son la viva imagen del ni contigo, ni sin ti.
En nuestra ciudad, porque somos chiquitos e inteligentes, vestiría a todo el consistorio de hormigas, porque los hay que curran, otros protegen y nuestra alcaldesa dirige la colonia como toda una reina.
Aunque llegados a este punto... parece que los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan... y no estoy seguro de que necesiten un disfraz o de que lleven todo el año su particular mascara... De alguna forma, la política siempre me ha parecido un gran baile en el que lo importante no es como sea la persona, sino lo que aparente ser.
Me imagino que lo difícil sería elegir disfraz y por eso, aunque no me escuchen, desde aquí les quiero echar una mano.
A Zapatero me lo imagino vestido de Spiderman, porque tal y como va el país es como para subirse por las paredes; a Rajoy le sentaría muy bien un traje de conejo, más que nada porque se ahorraría la dentadura postiza; y a Gaspar Llamazares lo veo de hombre invisible, con lo que no tendría que disfrazarse, simplemente ser él mismo.
En Catalunya si yo fuera Montilla y más que nada por joder, me disfrazaría de Sergi Más, el actor que le imita en Crackovia, no necesitaría máscara, aunque tendría que entrenar un poquito su sentido del humor; a Arthur Más lo veo de príncipe encantador, el malo-maloso, aunque guapetón, de la película Shreck, más que nada porque haga lo que haga, en política parece un segundón; a Saura le sentaría muy bien un traje de árbol, o de okupa, o de mosso, o de político honrado; aunque el premio se lo daría al nuevo duo pimpinela, Carod Rovira y Puigcercós, que son la viva imagen del ni contigo, ni sin ti.
En nuestra ciudad, porque somos chiquitos e inteligentes, vestiría a todo el consistorio de hormigas, porque los hay que curran, otros protegen y nuestra alcaldesa dirige la colonia como toda una reina.
Aunque llegados a este punto... parece que los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan... y no estoy seguro de que necesiten un disfraz o de que lleven todo el año su particular mascara... De alguna forma, la política siempre me ha parecido un gran baile en el que lo importante no es como sea la persona, sino lo que aparente ser.
El disfraz que nos ponemos en carnaval, suele ser lo que en el fondo nos gustaría ser, dudo mucho que nuestros políticos municipales quieran ser hormigas, yo los veo más como animales de granja. Cada uno que escoja el animal que desee
ResponderEliminarMuy ingeniosos y bien buscado esto de los disfraces, me he reido mucho leyendo el texto.
ResponderEliminarLUCIA.